Hoy quiero proponerte un pequeño viaje en el que te tienes que trasladar al cuadrilátero. Bueno, no a ese; no me refería al boxeo, sino al de la clase, en el que seguro que has pasado años y años, horas y horas de tu vida.
Muy bien, pues ya estás. Seguro que si te esfuerzas un poco incluso puedes llegar a reconocer la cara de algún compañero, mientras oyes la voz de tu profe, que va dando la explicación de Mates, Lengua, Inglés…
Están explicando y, unos segundos después, uno de tus compañeros (o tu mismo) dice: “Pues yo estoy más perdido que un pulpo en un garaje, profe”. Jajaja, carcajada generalizada y el viejo o la vieja maestra, echándose un buen saco de paciencia encima, os deja tarea al resto mientras va donde tu amigo y le explica a él todo lo que no entendía.
Bueno, pues de eso nos ha hablado hoy el Evangelio, dándonos otra pista sobre cómo vivir la Navidad. Está bien, no lo hizo con estas palabras, pero seguro que te sonarán las de un pastor que se fue en busca de la oveja perdida mientras dejó a las otras a buen recaudo. El tema es que hoy muchos de mis chicos no han visto pastores ni saben cómo se pastorea (yo tampoco, lo he de admitir).
Sin embargo, todos saben valorar, no se sabe muy bien cómo, cuándo un profe cuida de los que más se pierden, se esfuerza por aquellos que les cuesta. Bueno, ellos y tú, porque seguro que tú viviste esta experiencia en más de una ocasión e incluso has podido descubrir que el buen profesor no sólo está atento de los que no entienden, sino que “conoce a cada uno por su nombre”, sabe de su vida, de su familia, de sus cualidades y defectos, y ama a cada uno de una forma especial puesto que busca, también para cada uno, el tesoro lleva dentro.
Muchas veces nos hemos identificado con “ovejas” y con “pastores”, y a lo largo de la historia de la Iglesia nos hemos llegado a comportar como “borregos”. Este Adviento, también estás llamado a aprender a ser profe como lo fue el Maestro, y a aprender a ser alumno… Porque en muchas ocasiones somos profes y alumnos, ya que no hay mejor tesoro que aprender con quienes tenemos al lado, y ofrecerles lo que somos por dentro.
Termino dejándote el dibujo de uno de estos chicos más especiales, porque si sabes leer entre líneas, tiene la firma de un Dios Padre-Madre que nos ama.
Josemi, fsc